(Libro de Poesía)
DEDICO:
Como siempre y por siempre a Marlene...
CONTENIDO
DEL LIBRO
PRESENTACIÓN
Poemas
del atardecer
Poemas
del anochecer
Poemas
del amanecer
PRESENTACIÓN
La poesía es inspiración que llega con el trabajo diario
y lacerado de la palabra. Decía Federico García Lorca, la poesía “…es la unión
de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo
así como un misterio". Y Boris Pasternack, la identificaba como “…la
musicalidad de las cosas que discurre a ondas para recrear con la palabra
imágenes visuales”.
Un tanto más audaz fue la percepción de Juan Ramón
Jiménez, para quien la poesía era “…el encuentro después del hallazgo”; y
Octavio Paz, en esa misma audacia, la tildaba de “…conocimiento, salvación,
poder y abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es
revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación
interior".
En un sentido humano, la poesía es expresión de las
vivencias, de las vicisitudes del tiempo en el largo camino hacia el éxito de
conquistar la vida en la vida misma; César Vallejo la denominó “…un ser
orgánico en la naturaleza”;
En
este mismo sentido el poeta Seamus Heaney, define la poesía “…como un juego en
el que participan la memoria, el azar y las intuiciones…” La memoria de la
propia vida, de los escenarios en los que nos hemos desenvuelto, de nuestros
antepasados, de la cultura a la que pertenecemos, en definitiva, de todo
aquello que de forma consciente o inconsciente somos y hemos sido. El papel del
azar y la intuición siempre que al “…escuchar posibles poemas, decía Heaney, a
veces aparecen como aparecen los cuerpos en los pantanos, casi intactos, como
si alguien los hubiese enterrado allí hace mucho tiempo y reapareciesen
envueltos en un halo de misterio”.
La
poesía brota de una acción pre-verbal, recalcaba Heaney, de un estado poético
no conformado aún en palabras, valiéndose de las diferentes herramientas que le
proporciona la técnica, la cual es la garante de que el estado pre-verbal pueda
desarrollarse en toda su amplitud y resplandor.
Este
pequeño opúsculo de palabras es eso, un estadio pre-verbal, que se ha
conformado de la esencia y de los sentidos humanos y divinos de las situaciones
que los motivaron.
Es un
libro que ha surgido en la laceración de las palabras entorno a lo que viví (y
vivo) con mi esposa Marlene Josefina Naim López; situaciones de dos que fueron tejiéndose
en uno y hoy se retratan a la posteridad en una poesía de ella y mía. Es un
tributo a nuestro amor y nuestra eternidad juntos.
Poemas
del atardecer
Mar
por la tarde
Por:
Octavio Paz
(Obra
Completa. México, FCE, 1990)
Altos muros del agua, torres altas,
aguas de pronto negras contra nada,
impenetrables, verdes, grises aguas,
aguas de pronto blancas, deslumbradas.
Aguas como el principio de las aguas,
como el principio mismo antes del agua,
las aguas inundadas por el agua,
aniquilando lo que finge el agua.
El resonante tigre de las aguas,
las uñas resonantes de cien tigres,
las cien manos del agua, los cien tigres
con una sola mano contra nada.
Desnudo mar, sediento mar de mares,
hondo de estrellas si de espumas alto,
prófugo blanco de prisión marina
que en estelares límites revienta,
¿qué memorias, qué rocas, yelos, islas,
informe confusión de aguas y nada,
qué mares, encendidos prisioneros,
dentro de ti, bajo tu pecho, cantan?
¿Qué violencias recónditas, qué labios,
conmueven a tu piel de verdes llamas?,
¿qué desoladas aguas, costas solas,
qué mares invisibles, mar, alías?,
¿dónde principias, mar, dónde te viertes?,
¿dónde principias, tiempo, vida mía,
ejército de humo y de mentira,
adónde vas, latido, carne, sueño?
¿Dónde te viertes, avidez de nada?
No soy la piedra que se precipita,
soy su caída, y más, soy el abismo,
el círculo de sombra en que se ahonda.
Tiempo que se congela, mar y témpano,
vampiro de la luna ?o se despeña:
madre furiosa, inmensa res hendida,
mar que te comes vivas las entrañas.
1
Encontré buscando
la luz detrás de las sombras
donde solamente el huésped
es la distancia
y los sueños
un pequeño destello que
ilumina el alma
2
Sombras arrugan el único
lugar en donde la piel quema
el sudor de las horas;
grietas que bajan como cascada
con un sabor a miel dorada
que miente al viento
mientras el recuerdo de tu mirada
se vuelve tarde en el
horizonte
equivocado del abismo
3
En el atardecer
te encontré dibujando
bambalinas siderales;
vi tu vientre palpitando
con las horas
y vi tu imagen
componiendo el arco iris,
fuiste sombra entre mis manos
quedaste enternecida con
mis pliegos
4
Nada me recuerda
más a ti que la medida exacta
de una copa de vino tinto:
colores concentrados
en el transparente cristal,
sensibles y piadosos,
con sus misterios sutiles
5
Se va oscureciendo
el verde bosque que anida en
tu espalda
secas las hojas se van
tejiendo
entorno a tus caricias
los besos humedecen el néctar
líquido que se evapora
con el extenso mimbre que
cubre los sueños
que van torturando
la distancia
6
Tócame
hasta conseguir que el tacto
desaparezca
y fluya de los dos
un único silbido,
una sola voz…
Tócame
y absorbe las pulsaciones
de un corazón desgarrado
entre tirones
por el dolor
de atardecer sin ti
7
Abrazados
como melodía,
sin ritmo agudo ni compases
secos
tornando azul
el unicornio amarillo
que quedó tatuado
en las sabanas
transparentes
del universo de seda
en donde hemos anidado
nuestra alma
8
El atardecer
es cómplice de los besos y los
desgarros
que las manos desnudas
dejan alrededor de tu piel;
en una cicatriz redonda,
marcada por el cincel del
recuerdo
te voy nombrando
sintiendo en todos los
espacios
tus pequeños pies
crujiendo las hojas secas
advertidas en el infinito
de un mundo
desconocido para quienes
te queremos
9
Y sin sandalias
quedaste en la caja de colores
que pintó el niño invidente
de la calle gris de la
poblada;
rompiste tus nudillos al
golpear
el asfalto y la impotencia
vulcanizó el único espectro
de esperanza que tenía
la dulzura y amargura
de amarte en la estela
amarilla que no deja de
limitar
los sueños
10
Atardeciendo
como mirada tenue que no
palpita;
como ruego erecto por las
pasiones;
como suspiro tibio que quema
el alma;
como voz que advierte sentidos
y se pierde en los abrazos;
como buscando
la luz detrás de las sombras;
como huésped en la distancia;
como sueños destellantes que
iluminan el alma
Poemas
del anochecer
Espero
Por:
Mario Benedetti
Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
Sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
Pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
Quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
Y la Luna oculta ese sol tan radiante.
Me siento sólo, lo sé,
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto.
Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tú,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás,
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí.
Porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no solo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo solo así?
¿Por qué no solo....
1
Desnuda
totalmente estas en el diván del
closet;
no emites palabras,
todo cuanto te rodea es
silencioso;
derrumbas los cristales
y a través de una gota
roja oscura,
como la arcilla mojada del río
sin cascada,
se ven tus encajes
desdibujados como oro
2
Me hice lumbre
consumiéndome en el espectro lunar
de tus pupilas verdes…
anidé como volcán entre tus senos
rosados y suaves
anduve como corsario desde el talle
hasta tus manos
y no me volví poesía
sino verbo
y tu conjugaste cada pétalo
de mis dedos
sin cortar los labios de piel
que te nombraban…
3
La nocturnidad
apacigua el hielo derretido
entre tus muslos blancos
y transparentes;
la lengua endurecida y seca
se torna elástica alrededor de tu piel
y son eructos los que brotan de las entrañas,
cada vez más inherentes a tu condición
de mujer….
Y son fantasmas que seducen tus risos de amapola
en un inmenso manantial que mojé
con tu voz.
4
Tanto el camino como el encuentros
son esperas de una barca que perdió su nombre
y su finura
para volverse madera y metal
anclada en la mitad del río;
la noche congela la vela amarillenta
y ya no son historias las que cuentan la vida
sino miradas perdidas
que cuentan historias….
5
Si como embriaga esta copa de vino
embriagara la noche,
ya el cuerpo estaría consumido
por dolores profundos que torpedean
el aliento y la calma;
cuando todo parece que se conquista
son los versos y las melodías
las que callan
porque en las noches no hay
asidero que contengan la vida mía
más allá de los sueños
y la nostalgia…
6
Todo cuanto es
sigue siendo
todo cuanto he sido
se devana
como el cristal desnudo
que hiere profundo
como la risa tenue
de tu mirada;
todo se va tejiendo
entre murmullos
sosegadamente en la distancia
donde el mundo gira por el mundo
y las palabras rondan
como pisadas
7
Rayo de luz imperceptible
en una noche que traga llamaradas;
luz encerrada en el oscuridad nocturna
que no habla
dientes blancos que se ven posando
en un infinito que flota como globos
entre las almas
y destellos de colores
que anulan el vacío
sometiendo las paredes
a una rodaja de esperanza…
Rayo de luz atrapado en la nocturnidad
que habla
desde un silencio que se siente
y una presencia inesperada,
así vas en la noche
mirando destellos
indescifrables para la nostalgia
8
Audaz
se comporta la noche
seduciendo el relieve de tu cuerpo
húmedo y aderezado con higos y duraznos;
piel que se tiñe de los colores
que del arco iris negro y blanco
permite ver la noche;
piel que al tanteo de las manos
se va humedeciendo aún más
sin importar el espacio
ni buscar entre lirios y rosas
la excusa para mirar más alto;
la noche seduce las horas
y los días se anhelan
pero la noche hace olvidar los espantos
y se vuelve al silencio que habla,
a la sensación de piel y humedad
que se adueña sin mediar
palabras
9
Noche
tan oscura y brillante
como el Sol más resplandeciente
del alba;
noche que llama a la aurora
y no se oculta al pasar
la alfombra aterciopelada
del corazón desnudo
acorralado entre aguas;
muchos ríos rodean tu sensible
verbo
agrietando los contornos
que te cubren
y rondando
en el hemisferio azulado
de un universo cada vez
más inocuo e irreal
10
La noche desnuda
salta del diván del closet;
emite palabras,
todo cuanto está cerca es silencioso;
se caen aparatosamente los cristales
y las gotas de sangre,
como la arcilla mojada del río sin cascada,
se desdibujan como oro
acortando la distancia
Poemas
del amanecer
Amanecer
Por: Vicente Gerbasi
Siento llegar el día como un rumor de animales,
a la orilla del pantano, de la fiebre, del junco,
más allá, entre las colinas de viento oscuro,
donde la luz se levanta con desgarradas banderas,
como resplandor lejano de una montaña de cuarzo.
He aquí la sombra en torno a mi existencia, el búho,
el río que arrastra oro, la serpiente de coral,
el esqueleto del explorador, el fango de mis pies.
La noche ha quemado el maíz, ha apagado los metales,
ha dado reposo a la adormidera, ha refrescado la sangre,
ha libertado los reflejos azules de la selva, de la hoja.
Una resonancia, una resonancia oscura es mi corazón:
eco en el abismo, piedra que rueda por el monte,
brillo en la puerta de la cueva, fosforescencia del hueso.
En la infancia, al pie del arco iris o del relámpago,
junto al cabrito que saltaba en torno a la madre,
jugaba con un pequeño tigre de cálida voz ronca,
de suave pelambre estrellada, como un signo del zodíaco,
de rabia lenta y tensa, como el despertar de la furia.
Ahora siento en el aire límpido del bambú y el helecho,
surgir las formas de las doncellas, bajo la fronda,
en la selva de árboles aromáticos, coronadas de orquídeas
descendiendo al río, a la cascada de transparente curva,
que resuena en sus diamantes como una leyenda.
Formas de la gracia, sus perfiles abandonan sus melenas
a la brisa; formas de la vida y de la muerte,
sus senos tiemblan en las penumbras de los juncos;
formas del oscuro delirio, sus muslos se suavizan
como una fruta partida; formas del tiempo humano,
sus pies hacen temblar las flores silvestres.
Como el venado tras de su compañera en la colina,
persigo a una joven diosa desnuda, bajo el sol.
Viene el olor agrio de los árboles destrozados
por la ira de la noche; viene el olor de la sangre,
del animal devorado, el olor de los minerales,
el olor del río entre las raíces y las flexibles lianas.
El día derrama su transparente maravilla, como un vuelo,
como el color innumerable, como la crisálida
de herméticos destellos, como el insecto plateado,
como el hechizo en las formas relucientes,
como el vuelo de mariposas que salen de una gruta
incendiada
y comienzan a temblar en el ardiente cristal.
Acerco mis labios al claro manantial de íntima música,
junto a la sardina y a la piedra limpia y pulida como una
joya;
mientras la nube pasa y el ave sale de su nido,
y la serpiente muestra su lengua maldita, y se enrosca,
y espera o avanza por la espalda sudorosa del día.
Me hundo en las palpitaciones reverberantes, en las ondas,
en el temblor divino, donde se abre la rosa de montaña,
en los brillos fugaces, en la imagen insondable de Dios,
que ha creado los cielos y la tierra, con esta geografía de
fuego,
y ha dado a mi corazón la forma del día y de la noche,
mientras oigo correr los animales, persiguiéndose,
amándose,
devorándose, ensangrentando las yerbas, las flores y las
peñas.
Soy el día, y el viento levanta sus ramajes en mi alma.
1
Equivocado
estaba
de todo y cuanto
te
nombré y nombro;
de
todo lo que te dije y digo;
de
todo cuanto miento
y
cuestiono;
equivocado
estoy
sobre
el número de cosas
que
he convertido en hielo
y
otras tantas que he borrado
de
las alfombras;
equivocado
estoy
de
aprender sin querer aprender
a
dosificar mi llanto,
de
ser quien marque la hora de la aurora;
equivocado
ando
pero
ello no me roba aliento
soy
como el firmamento
que
solamente convive con colores
hago
del espectro lunar mis orbitas
y
voy moldeando las estatuas
que
te nombran;
equivocado
estoy
pero
la luz del amanecer
cambia
mis perspectiva
y
soy cascada e imágenes
hidratadas
desde la humedad
de
tu piel…
2
Enfrentando
el súbito silbido
del
pasado, en donde tu cara tenía otro nombre,
otros
rasgos,
otros
contornos;
en
donde la luz del nuevo día
se
posaba sobre una piel acariciada
por
el esperma incoloro de otro nombre
con
filamentos de querencia
y
con vacío en el corazón.
Enfrentando
ese súbito silbido
que
permitió ver la tez desnuda más allá de tu cuerpo:
viviendo
el fantasma de otros besos,
la
pulsante y desafiante caricia detrás de
una
mirada perdida e invadida de esperanza.
Enfrentando
miedos inmensos,
minimizando
el colorido que hizo de ti la musa
y
la elegida entre el fuego y el hielo,
entre
el ayer y las verdades;
entre
un pasado que es mío también
y
una realidad que solamente le pertenece
al
recuerdo
y
a las burbujeantes visiones
de
un cristal azulado
que
se perdió en el paisaje de nieve
donde
un abrazo traspasó el alma
y
una sonrisa se hizo idilio, inmadurez,
reencuentro.
Enfrentando
los miedos
voy
en paralelo oyendo las voces que te guían,
el
oculto despertar que te motiva
y
las pisadas húmedas que desde
el
pasado te nombran
hasta
la estela que hoy te cubre;
pienso
en tus abrazos,
en
tus entregas,
en
tus gemidos,
en
tus cariños esperando el florecimiento
y
la pasión;
pienso
cuando llegas,
cuando
arqueas el placer ante la fría
piel
del pasado…
Las
tormentas caen como piedra candecentes
y
se agrieta el alma
quedando
laceraciones
que
recuerdan los amaneceres
en
que no estuve a tu lado.
Que
cada recuerdo haga su voz
y
que la nostalgia no sea más
que
rebrembranza…
3
Sabanas
arrugadas
alejadas
del verbo y la sensación
de
un cuerpo que tiembla
de
timidez por ti;
te
tocas como péndulo
y
cada rasgo de tus labios
desgarra
la verdad de la ausencia.
Culpable
del
vacío y la distancia;
de
la soledad y la carne;
de
esos detalles envueltos en el celofán
de
un placer artificial y sin besos.
Conocido
entre
las sabanas arrugadas
con
tu nombre;
cerrando
la estela a una duda que me ahoga
y
enternece significativamente;
inconsciente
del daño que la daga
dorada
causó en tu vientre;
ausente
y estéril de placer;
insignificante,
lacerando
el recuerdo
y
viviendo hilvanado
de
una culpa envejecida
por
las caricias que nunca existieron.
4
Cristales
regados
en
el horizonte que ha dejado tu sombra;
punzantes,
cortantes, afilados
uno
tras otro
haciendo
del amanecer
una
luz tenue que va mostrando
lugares
comunes
evitando
que tus pisadas
se
hieran
y
rasgando la tierna arcilla
que
está debajo de tu piel.
Cristales
azulados,
rosados,
verdes, amarillos,
rojizos,
purpuras…cristales
tristes
como la voz que te nombra;
cristales
húmedos
por
lágrimas secas de deseo
y
recuerdos.
Cómo
recoger esos cristales
si
están esparcidos a través de ti,
de
las inmensas heridas que
he
causado en la fragilidad
de
tu alma…
5
Cada
nuevo amanecer
es
la brújula que me guía a tu mirada tierna,
a
tus contornos de luz,
al
blanco que torna de pigmentos brillantes
y
hacen de tu voz
el
única sonido que
conjuga
el arco iris
con
el sabor del café…
6
Eres
más intensa que el
ocaso
húmedo que rodea la aureola
de
una gota de agua desvanecida
en
lo extenso de un bosque de arena…
7
Cascadas
de colores
hacen
del oscuro resplandor de una pupila
un
horizonte de humo azulado
vertido
en el remolino candente
donde
las pisadas agrietan lo firme
y
denso del horizonte.
8
Soy
yo
el
que tomó la espada
y
la hizo blanca como la espuma de mar;
el
que tomó el mar y lo hizo espada;
el
que modeló la arena tibia
y
la humedeció con tu nombre;
el
que no olvidó la tentación
y
buscó perdón en el remanso
de
la distancia.
Soy
yo
el
que tomó para sí la herida
y
se entregó a cada suspiro
en
la medida
que
se evaporaba el firmamento…
Soy
yo,
en
este amanecer,
que
riego las flores
y
me impregno de tu color
y
tus mejillas;
quien
florece con tu sonrisa
dibujada
alrededor de los ojos;
y
quien entona la melodía
inacabada
de nuestra historia,
de
nuestros sueños.
9
El
amanecer ha sido
el
vínculo desde aquella amarga soledad
hasta
las caricias sensibles
de
una piel suave y densa
que
se acopló al corazón:
al
sueño
a
un amor de dos
vestido
en uno
abrigado
por la neblina
que
emana de las única
voz
que no me es indiferente
ni
lejana…
10
Y
la luz de la madrugada se levanta,
ya
no hay oscuridad,
ya
ha amanecido…